Cosechando experiencias agroecológicas de las comunidades del MST-B: construyendo el modelo de desarrollo integral comunitario para la soberanía alimentaria
El movimiento de los trabajadores Campesinos indígenas sin tierra de Bolivia (MST-B) se fundó el 9 de junio del 2000 en Yacuiba – provincia del Gran Chaco del departamento de Tarija, como una organización sin fines de lucro, de carácter colectivo, comunitario y social. El MST-B lucha por el derecho agrario del sector campesino indígena, como base fundamental para alcanzar el bienestar colectivo de sus a liados de manera sostenible e integral a través de un nuevo modelo de sociedad basado en una reforma agraria verdadera para el Vivir Bien, con una propuesta técnica organizativa y política ligada a la soberanía alimentaria, la agroecología y la gestión territorial con enfoque de género. Para el MST-B, la reforma agraria será verdadera, integral y participativa, cuando más allá del acceso a la tierra y territorio, el proceso de desarrollo permita a las y los a liados vivir con dignidad y una soberanía alimentaria plena. Para lograr este objetivo, el MST-B plantea un modelo de desarrollo integral comunitario basado en la agroecología.
De 2010 à 2016, con apoyo financiero de la Unión Europea, AVSF ha cooperado con el MST-B para contribuir a construir propuestas concretas de este nuevo modelo societal de desarrollo integral, con acciones de asesoria técnica y organisational a las familias migrantes del MST-B recientemente instaladas en las tierras bajas del Oriente Boliviano : seguridad y soberanía alimentaria, prácticas agroecológicas, gestión territorial y empoderamiento de las mujeres.
Este documento presenta siete experiencias reales implementadas por familias y comunidades del MST-B de San Ignacio de Velasco y el Gran Chaco de Tarija, que abarcan componentes básicos de la propuesta política de la organización, como son la gestión integral y comunal del territorio y sus recursos naturales; la producción diversicada e integral a nivel familiar que permite reducir la vulnerabilidad de la familia a la inseguridad alimentaria, riesgos climáticos y económicos; las formas solidarias de producción, transformación y comercialización implementadas a nivel familiar, asociativo y comunal; el rol fundamental de la mujer emesetista en el ámbito económico. Con estas experiencias se pretende demostrar la viabilidad de la soberanía alimentaria y el desarrollo integral comunitario en un escenario de cambio climático.